Durante las últimas entregas de este encuentro semanal, hemos disertado sobre temas que invitamos considerar y mirar desde diferentes perspectivas. En la actualidad, es tan diversa la información y la interpretación de la misma, que debería impulsarnos a cuidar el sentido crítico, permitiéndonos así, ser individuos valorativos en pro de una sociedad más consciente de su realidad y proactiva en los cambios favorables que demanda.

El estar conscientes de nuestra realidad hoy en día, trae una nueva instancia para nosotros como individuos. Cuando hablo de estar conscientes, no me refiero al conocer que estamos en tiempos de crisis o que nuestro país está viviendo un proceso histórico. No, porque esto es consecuencia de un contexto. Estar conscientes de nuestra realidad, tiene que ver con mucho más. De allí lo importante de nuestro sentido crítico ante las circunstancias.

En este sentido, ¿conocemos nuestra realidad como individuos y como país?

Hoy, deseo que juntos consideremos el mejor de los caminos para permitirnos en adelante, vivir en esta maravillosa nación llamada Tierra de Gracia.

Si bien es cierto que nuestro país ha sufrido los desatinos de liderazgos que no han sabido llevarnos al norte de nuestra grandeza como país, no menos cierto es que hemos sido una sociedad poco comprometida con nosotros mismos y, menos aún, con nuestro entorno.

Estar conscientes de una realidad negativa nos puede llevar a dos caminos: el primero, es que busquemos y accionemos alternativas de solución. El segundo, que simplemente no hagamos nada. Ante esta opción, creo que no es necesario considerar sus consecuencias.

Si elegimos la búsqueda de alternativas de solución, el mejor camino que sugiero es buscar hacia nuestra estructura interna, hacia la configuración de nuestros valores, hacia el reencuentro con ese ser espiritual que lo conforma. Sensibilizarnos ante un encuentro con nosotros mismos y reconfigurar nuestras acciones, puede ser un buen punto de partida para esos cambios que tanto anhelamos. Esto es sencillo si comenzamos a aplicar una autovaloración de las acciones de cada día. Hacernos simples interrogantes que nos orienten a evaluarnos como, por ejemplo: ¿Es correcto lo que hago? ¿Traerá bien o valor para mí? ¿Beneficio para mi entorno? ¿Esto me direcciona hacia mi futuro?

Hay algo importante que debemos tener presente y es que nuestra realidad actual como país es el resultado directo de nuestra realidad interna como individuos. Veremos una nación próspera y fuerte, cuando internamente seamos hombres y mujeres fuertes de espíritu. Cultivar nuestro ser, mediante las acciones que nos reencuentren con lo humano y con lo divino, nos hará crear experiencias significativas que potenciarán nuestros sentidos hacia la construcción de nuevas oportunidades, como personas y como sociedad. Una nueva sociedad se compone de nuevos hombres y de nuevas mujeres. Lograrlo forma parte de la elección de aquellos que aceptan el desafío.

Hagamos de nuestros hogares los principales semilleros de nuevos hombres y mujeres. Se trata de un compromiso que, honrado, trascenderá a las generaciones venideras.

Hace mucho tiempo, cuando nuestro país todavía era territorio virgen, fue bautizado por un gran visionario como Tierra de Gracia. Si en algún momento fallamos a nuestra verdadera identidad, estamos a tiempo de comenzar de nuevo y que las cualidades que nos definieron como nación vuelvan a recrear los corazones, por la voluntad de aquellos que decidimos mirar y reformar primero hacia dentro de nosotros mismos. “No sigan la corriente de este mundo en que vivimos, sino más bien, transfórmense a partir de la renovación interior. Así sabrán distinguir cual es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”. (Romanos 12: 2)

Francisco Flores S.

Presidente FVN-EGLR.

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